Cardiología

Aneurisma aórtico: descripción, diagnóstico y tratamiento.

El aneurisma aórtico es una patología orgánica grave, que implica una expansión defectuosa de la luz de una sección específica de un vaso determinado. Tales cambios conducen a anomalías en la hemodinámica y progresión de la insuficiencia cardíaca y otras consecuencias. La enfermedad puede ser congénita y adquirida. Una cuarta parte de todos los casos son aneurismas de la aorta torácica.

¿Qué es un aneurisma aórtico?

Un aneurisma se denomina aumento de la luz de un vaso en más de 2 veces en un área limitada debido a su adelgazamiento o estiramiento. En este caso, se forman protuberancias o bolsas, como resultado de lo cual se altera el flujo sanguíneo. Por lo general, la patología ocurre debido a un proceso anormal en el tejido conectivo. En este caso, la parte interna de la pared se vuelve más delgada, bajo la alta presión de la sangre se estira y comienza a sobresalir. Con el tiempo, este fenómeno progresa y el aneurisma aumenta.

La aorta es uno de los principales vasos sanguíneos del ser humano y proporciona sangre oxigenada a casi todos los órganos. Además, la expansión de la raíz aórtica (especialmente el seno de Valsava) puede provocar la compresión de las arterias coronarias que irrigan el músculo cardíaco, lo que a menudo da como resultado el desarrollo de enfermedad de las arterias coronarias. Una de las complicaciones más peligrosas del aneurisma aórtico es su ruptura, que conduce a la muerte súbita.

Hay tres formas principales de aneurisma de la aorta torácica:

  • sacular (la pared sobresale ligeramente en un área pequeña);
  • exfoliante (formado como resultado del desgarro de la íntima);
  • fusiforme (la aorta del corazón se expande alrededor de toda la circunferencia).

Causas de ocurrencia

Las causas congénitas incluyen principalmente enfermedades genéticas del tejido conectivo:

  • Síndrome de Marfan;
  • Síndrome de Ehlers-Danlos;
  • Enfermedad de Erdheim;
  • deficiencia congénita de elastina.

Sin embargo, la mayoría de las veces esta patología tiene un carácter adquirido, debido a trastornos metabólicos, enfermedades infecciosas, inflamatorias, autoinmunes o lesiones:

  • aterosclerosis;
  • aortitis debida a enfermedades bacterianas o fúngicas (sepsis, neumonía, tuberculosis, sífilis, pericarditis);
  • enfermedades autoinmunes del tejido conjuntivo (granulomatosis de Wegener, arteritis de Takayasu, arteritis de células gigantes);
  • Daño mecánico (por ejemplo, en un accidente o como resultado de una cirugía).

También existen muchos factores de riesgo que aumentan significativamente el riesgo de esta enfermedad:

  • edad (más a menudo ancianos, de 55 a 60 años);
  • género (5 veces más a menudo en hombres);
  • hipertensión arterial;
  • abuso de alcohol y tabaquismo;
  • obesidad;
  • hipodinámica;
  • hipercolesterolemia, hiperlipidemia.

Manifestaciones clínicas típicas y atípicas.

De acuerdo con la naturaleza del flujo, se distinguen las siguientes etapas:

  • Agudo: ocurre instantáneamente en 2-3 días como resultado de un ataque cardíaco o un proceso inflamatorio masivo. Muy rápidamente termina en ruptura, por lo tanto requiere tratamiento inmediato;
  • Subaguda: la mayoría de las veces es una consecuencia de enfermedades cardíacas u operaciones en el mediastino, como resultado de lo cual se forman cicatrices. Se desarrolla durante varios meses;
  • Crónica: se forma durante un largo período de tiempo y se caracteriza por un alto grado de compensación, por lo que la clínica no se expresa.

Como muestra la práctica, en las etapas iniciales, esta enfermedad casi no se manifiesta y sus síntomas son demasiado inespecíficos, por lo que se detectan solo en la etapa previa a la rotura. Todo esto complica enormemente el diagnóstico precoz.

Los síntomas más pronunciados son la expansión de la parte ascendente, el arco y la aorta torácica, que se asocia a su ubicación anatómica.

En este caso, las protuberancias pueden apretar los órganos del mediastino, lo que conduce a las siguientes manifestaciones:

  • tos seca y dificultad para respirar (bronquios y tráquea);
  • Dificultad para tragar (esófago)
  • bradicardia (nervio vago);
  • dolor de pecho (nervios sensoriales);
  • neumonía frecuente, edema (raíz de los pulmones).

La parte descendente de la aorta torácica puede comprimir el plexo simpático, los nervios intercostales, lo que conduce al desarrollo de neuralgia y paresia. Cuando las vértebras se comprimen, se producen sus deformaciones, la curvatura de la columna vertebral.

A menudo sucede que la enfermedad se manifiesta solo durante la disección y ruptura de la aorta. En este caso, pueden aparecer los siguientes síntomas y síndromes:

  • inquietud motora;
  • debilidad, dificultad para respirar, sudoración;
  • cianosis;
  • ronquera de voz;
  • desmayo.

En el examen, se observa la asimetría del pulso, la presión cae (es posible que no se determine en absoluto).

Con la delaminación, también pueden ocurrir las siguientes complicaciones:

  • choque hemorrágico;
  • insuficiencia cardiaca aguda;
  • hemotórax;
  • hemopericardio (taponamiento cardíaco);
  • carrera.

Diagnóstico y diferenciación de síntomas.

Un examen más detallado incluye los siguientes métodos:

  • Radiografía del OGK con contraste del esófago;
  • Radiografía de los órganos abdominales;
  • ecocardiografía;
  • Dopplerografía por ultrasonido de la aorta torácica;
  • CT o MRI;
  • aortografía.

El diagnóstico diferencial también es muy importante, ya que muchas enfermedades se manifiestan en una clínica similar. El diagnóstico diferencial del aneurisma de la aorta torácica se realiza con:

  • tumores del mediastino y pulmones;
  • quistes y neoplasias del pericardio;
  • tortuosidad congénita de la aorta;
  • hematoma intramural.

Métodos de tratamiento

Para aneurismas pequeños (especialmente congénitos), se pueden usar tácticas expectantes. Un cardiólogo muestra al paciente una observación periódica y una terapia de apoyo destinada a fortalecer las paredes de los vasos sanguíneos. Se recetan anticoagulantes, antihipertensivos y estatinas.

Sin embargo, la mayoría de las veces, debido a la alta probabilidad de complicaciones, está indicado el tratamiento quirúrgico.

Las indicaciones de la cirugía serán:

  • el diámetro del defecto es más de 5 cm;
  • rápido aumento de tamaño;
  • disección de aneurisma
  • etiología traumática.

Hay dos opciones principales: cirugía abierta y endovascular.

La primera técnica, la resección del aneurisma aórtico, se aplica utilizando una máquina cardiopulmonar a corazón abierto. En este caso, las secciones dañadas de la pared del vaso se extirpan y luego se sutura. En algunos casos, está indicada la prótesis con implante.

Es preferible utilizar la segunda opción por ser menos traumática, sin embargo, está indicada solo para aneurismas pequeños en un lugar conveniente para el acceso.

La operación se realiza de la siguiente manera. Se inserta un catéter a través de la arteria femoral, en la que se coloca una sonda con una prótesis vascular. Tan pronto como se acerca al sitio del aneurisma, se fija justo por encima y por debajo de la expansión. En este caso, toda la sangre comienza a pasar por el tubo artificial.

Tras la intervención, el paciente es trasladado a la unidad de cuidados intensivos y se prescriben fármacos para prevenir trombosis y complicaciones infecciosas.

Conclusiones

El aneurisma aórtico es una causa de muerte estadísticamente significativa en la estructura de las cardiopatologías.

Los síntomas de agrandamiento de la aorta del corazón son muy inespecíficos, por lo que la detección de la enfermedad ocurre en las etapas posteriores. Incluso con el uso de técnicas modernas, la tasa de mortalidad operativa es del 15-20%. El pronóstico general para los pacientes es desfavorable, sin embargo, una adecuada rehabilitación y prevención mejora significativamente la calidad de vida.