Dolencias de garganta

¿Deberías eliminar las adenoides?

Las amígdalas de la nasofaringe, al igual que otras estructuras del sistema linfático, cumplen una función protectora. Son la primera barrera para la entrada de infecciones en el cuerpo y reciben el mayor golpe. Para combatir los microbios, el tejido linfoide se transforma, aumentando de tamaño. Habiendo derrotado la infección, las amígdalas vuelven a tener el mismo volumen. Como resultado de un ataque frecuente de patógenos, el tejido linfoide puede sufrir hiperplasia, aumentar y crecer irremediablemente. En tales casos, la pregunta es: ¿es necesario eliminar las adenoides?

Tenga en cuenta que las adenoides a menudo se diagnostican antes de los 7 años. A una edad avanzada, la amígdala faríngea comienza a escleroizarse y a disminuir de tamaño gradualmente, por lo que los síntomas pueden desaparecer por sí solos. La edad a la que se extirpan las adenoides depende del grado de proliferación del tejido linfoide y de la presencia de complicaciones. Si vale la pena eliminar las adenoides antes de los tres años es una pregunta difícil, ya que el sistema inmunológico aún no se ha formado completamente en los niños pequeños y las amígdalas son una barrera para las infecciones.

Por lo general, hasta los 3 años de edad, no se recomienda la operación, pero en presencia de complicaciones graves, se hace una excepción.

La decisión sobre la intervención quirúrgica la toma el otorrinolaringólogo en función de los resultados del examen y la dinámica del tratamiento conservador.

Sintomáticamente, la enfermedad se manifiesta:

  • congestión nasal;
  • roncar mientras duerme;
  • Dificultad para respirar por la nariz
  • mal sueño, que hace que el niño esté de mal humor y somnoliento por la mañana;
  • falta de atención, que se debe a un suministro insuficiente de oxígeno al cerebro.

Complicaciones de las adenoides

Los padres definitivamente deben consultar a un médico para examinar al niño si aparecen síntomas de adenoides. En el caso de sobrecrecimiento de tejido linfoide, aumenta el riesgo de desarrollar complicaciones, que son indicación de cirugía. Si los padres tienen dudas sobre si es necesario extirpar las adenoides, puede comunicarse con otro otorrinolaringólogo para conocer su opinión.

Se recomienda cortar el tejido hipertrofiado cuando se presentan complicaciones como:

  • pérdida de la audición. Los padres pueden notar que el niño no siempre responde cuando se le llama o pregunta sobre algo que indica un deterioro en la función auditiva. Esto se debe al estrechamiento de la luz del tubo auditivo y a la dificultad para pasar aire a través de él, por lo que la membrana timpánica pierde su movilidad fisiológica. El niño comienza a oír mal, el rendimiento escolar se deteriora y hay peligro en la calle por los automóviles en movimiento, que es posible que el niño no escuche;
  • faringitis crónica, sinusitis y amigdalitis. El crecimiento de la amígdala faríngea provoca obstrucción de la ventilación de la nasofaringe, hinchazón de su membrana mucosa y estancamiento de las secreciones mucosas. La persistencia de la infección está plagada de su propagación gradual a tejidos sanos, afectando las amígdalas palatinas, la pared faríngea posterior y la laringe. Una exacerbación de la enfermedad se manifiesta en una variedad de síntomas, lo que indica una inflamación generalizada. El niño puede estar molesto por dolor de garganta, senos paranasales, dolor de cabeza, tos, secreción nasal mucopurulenta y fiebre;
  • adenoiditis frecuente (más de 4 veces al año). La presencia de patógenos infecciosos en los pliegues de la membrana mucosa y las lagunas puede complicarse con adenoiditis, es decir, inflamación de los crecimientos de la amígdala. Clínicamente, la patología se manifiesta como un dolor de garganta que nos es familiar con un dolor de garganta severo al tragar e hipertermia febril. Solo con la adenoiditis, la nariz también está bloqueada y se observa secreción mucosa, por lo que el niño solo puede respirar por la boca;
  • hipersensibilidad a los alérgenos. Las adenoides se convierten en un foco crónico de infección, lo que conduce a la hipersensibilización del cuerpo y reduce la resistencia de la inmunidad;
  • fatiga, disminución de la memoria y el estado de alerta. La ausencia total o insuficiente de respiración nasal no proporciona un suministro completo de oxígeno a los órganos internos, como resultado, sufren de hipoxia. El cerebro es especialmente sensible a la falta de oxígeno, que es sintomático de mareos, somnolencia, bostezos, distracción y bajo rendimiento escolar. El niño se niega a asistir a las secciones deportivas, ya que, por un lado, está constantemente cansado, por el otro, dificultad para respirar por la nariz;
  • cara adenoidea. La respiración prolongada por la boca conduce a la deformación del esqueleto facial (la mandíbula superior se estira, la mordida cambia, aparece la voz nasal y el niño no pronuncia bien algunas letras). La expresión facial se vuelve abatida;
  • La apnea es una complicación grave que hace que los padres permanezcan despiertos por la noche y controlen la respiración de su bebé. Periódicamente, durante el sueño, los niños pueden dejar de respirar durante unos segundos, lo que empeora la hipoxia cerebral y no solo. La apnea frecuente es potencialmente mortal;
  • otitis media crónica. La aparición de un foco infeccioso e inflamatorio crónico en el oído medio se debe a una ventilación insuficiente de la cavidad del oído. Esto se debe al estrechamiento de la luz de la trompa de Eustaquio, a través de la cual la nasofaringe se comunica con el oído. Una mala ventilación favorece el crecimiento de microorganismos en el oído medio, manteniendo una inflamación persistente. La otitis media también puede dañar la audición y propagar la infección a las estructuras del oído interno.

Se observa una mayor tendencia de los niños a desarrollar otitis media debido al diámetro más estrecho de la trompa de Eustaquio, cuyo edema en el contexto de enfermedades infecciosas deteriora aún más su permeabilidad.

Planificación de la operación

Si el médico tratante insiste en una intervención quirúrgica, muchos padres están interesados ​​en saber cuándo es mejor extirpar las adenoides. En otorrinolaringología, la adenotomía se refiere a una intervención simple y cotidiana, cuya duración no supera los 15 minutos. La operación se considera planificada, por lo que los padres pueden pensar lentamente en la propuesta del médico de extirpar la amígdala o consultar con otro otorrinolaringólogo si extirpan las adenoides o no.

Para elegir el período del año más adecuado para la operación, debe comprender que para los resfriados y otras enfermedades infecciosas no se realizan intervenciones quirúrgicas, ya que existe un alto riesgo de complicaciones debido a los bajos niveles de inmunidad y la presencia de infección. . Los niños a menudo se enferman con ARVI durante la temporada de frío. Además, notamos que la recuperación en presencia de adenoides es extremadamente lenta, por lo que es bastante difícil elegir el día de la operación.

En cuanto al período estival, el clima cálido predispone a la multiplicación de microbios, aumentando el riesgo de desarrollar complicaciones infecciosas, incluso purulentas. Además, no se puede dejar de tener en cuenta el aumento del sangrado durante el período caluroso, por lo tanto, el comienzo del otoño se considera el momento óptimo para extirpar la amígdala.

Las adenoides para curar o eliminar se decide en función de los resultados del diagnóstico, en el que el médico establece:

  • la presencia de moco y depósitos purulentos sobre crecimientos linfoides, porque quizás sea la secreción la que complica la respiración nasal y no las adenoides;
  • suavidad de la superficie de las amígdalas. Si la membrana mucosa está estirada, brillante y uniforme, vale la pena sospechar una inflamación del tejido linfoide: adenoiditis. En este caso, la operación se pospone y se prescribe una terapia con medicamentos para eliminar el proceso inflamatorio. Cuando la superficie de la amígdala se vuelve irregular y arrugada, significa que la hinchazón ha disminuido y puede planear eliminarla.Además, se debe tener en cuenta la presencia de dolor e hipertermia en un niño;
  • el tono de la mucosa de las amígdalas, sobre la base de lo cual el médico también evalúa el grado de inflamación y la posibilidad de lograr un resultado positivo con métodos conservadores.

No se realiza la extirpación de adenoides:

  • en el primer mes después de la vacunación, ya que ocurren reacciones inmunológicas en el cuerpo, que pueden reducir temporalmente la protección;
  • en el contexto de una exacerbación de una enfermedad infecciosa o con ARVI;
  • con una mayor tendencia a las alergias y asma bronquial grave;
  • con enfermedades de la sangre, cuando se altera la coagulación, lo que aumenta el riesgo de hemorragia.

Para proteger al niño de complicaciones graves, es necesario un examen completo. También debe entenderse que en el período postoperatorio, es posible una disminución temporal de la defensa inmunológica, congestión nasal durante dos semanas y la liberación de costras de sangre o mucosidad manchada de sangre durante unos 20 días más.

No debe apoyarse en la eliminación de las adenoides solo debido a su proliferación hasta el tercer grado, porque las amígdalas pueden encogerse por sí solas. Su aumento puede deberse a una enfermedad infecciosa. Al mismo tiempo, incluso las adenoides de segundo grado pueden provocar el desarrollo de complicaciones graves, por lo que se requiere su eliminación.

Hechos versus supresión

Al extraer la amígdala faríngea, debe comprender que esto provocará una disminución local de las defensas del cuerpo contra los microbios.

El niño se vuelve más propenso a las enfermedades infecciosas y aumenta la probabilidad de desarrollar rinitis alérgica, fiebre del heno y traqueobronquitis.

La opinión de que el niño después de la extirpación de las amígdalas será menos doloroso no tiene evidencia. La operación se realiza no para reducir la incidencia de infecciones virales respiratorias agudas, sino para eliminar la causa de las complicaciones asociadas con la discapacidad auditiva o la apnea.

Al aceptar la cirugía, los padres deben ser conscientes de que existe el riesgo de que el tejido linfoide vuelva a proliferar.

La probabilidad de recaída es mayor en los niños pequeños, ya que todos los procesos en ellos ocurren a un ritmo más rápido y las amígdalas pueden crecer hasta los 8 años. Además, no omita el hecho de que el cirujano elimina los crecimientos linfoides de mala calidad. Si no se extrae un trozo de tejido hipertrofiado, puede convertirse en la base para el recrecimiento.

El efecto de la operación depende de la experiencia del cirujano y del método de intervención. A veces se registran casos: después de la extracción de las adenoides, persisten la congestión nasal y la dificultad para respirar nasal. El caso es que la causa de estos síntomas no podría ser el crecimiento de la amígdala, sino, por ejemplo, la curvatura del tabique, la sinusitis crónica o la rinitis alérgica.

En definitiva, hay que recordar que la operación no excluye la necesidad de continuar con el tratamiento conservador. Un buen efecto se observa solo con un enfoque integrado.

El tratamiento consiste en enjuagar la garganta, enjuagar las cavidades nasales, instilación nasal y ejercicios de respiración. ¿Qué remedios se utilizan en el tratamiento?

  • lavado nasal: Aqua Maris, Humer, Sin sal, solución de sal marina (3 g de sal por 220 ml de agua tibia), decocción de hierbas (manzanilla, hojas de eucalipto, salvia);
  • Gotas nasales: Protargol, Pinosol, Vibrocil, jugo de Kalanchoe.

No te olvides de los inmunomoduladores (Immudon, IRS-19) y los procedimientos fisioterapéuticos (electroforesis, láser). Desde las medidas preventivas, se debe prestar atención a los procedimientos de endurecimiento, los ejercicios físicos, la limpieza frecuente, la ventilación de las instalaciones y la recreación del sanatorio-resort.